PRECRÍTICA

'Castillos de cartón', spleen à trois

El nuevo largometraje de Salvador García Ruiz divaga sin rumbo entre los celos y las crisis artísticas de tres estudiantes durante la época de la movida.

Por Óscar Martínez 26 de October 2009 | 20:37

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Tras participar en la sección oficial de la Seminci de Valladolid, este próximo fin de semana llega a nuestras carteleras 'Castillos de cartón', cuarto largometraje de Salvador García Ruiz que adapta la novela homónima de Almudena Grandes, literata que ha visto trasladadas a la gran pantalla buena parte de sus obras, con títulos como 'Las edades de Lulú', 'Malena es un nombre de tango' o 'Atlas de geografía humana'.

'Castillos de cartón', <i>spleen à trois</i>

La película, por desgracia, se encuentra a una notable distancia de la obra en la que se inspira, sobretodo debido a un error de base esencial, pues así como la novela de la escritora madrileña partía de un in media res a través del cual su protagonista femenina rememoraba y meditaba -desde la distancia que el tiempo y la madurez inevitablemente otorgan- sobre vida y muerte, arte y sociedad, dentro el contexo histórico de la generación de la movida, la película de García Ruiz nos presenta el conflicto in situ, perdiendo con ello toda voluntad de análisis autocrítico.

Con ello, nos encontramos con un producto algo aséptico aunque visionable, el cual deambula entre la inocente experimentación sexual y artística del trío protagónico, en un ménage à trois sentimental, carnal e intelectual que no llega a profundizar lo suficiente en ninguna de sus diversas facetas; tampoco lo hace en la recreación de la movida madrileña y la generación post-transición a la que marcó, en sus excesos y su consecuente pérdida de la inocencia, quedando en poco más que en un apunte anecdótico focalizado en el vestuario y la música.

'Castillos de cartón', <i>spleen à trois</i>

Por su parte, las interpretaciones de Adriana Ugarte, Nilo Mur y Biel Durán resultan igualmente irregulares, si bien la escasa intensidad del film, centralizado en buena parte de la primera mitad de metraje en ofrecernos escenas de cama pretendidamente subidas de tono y charlas de almohada presuntamente existenciales, no ayudan en demasía al lucimiento de unos actores distantes que divagan entre los celos más mundanos del joven y las crisis existenciales del artista, sin acertar a explotar la sugerente ambiguedad de sentimientos tan extremos en un mismo individuo.

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